Ma vie en rose
E eis que, morta a esperança, me telefona a Heide para dizer que eu ganhei a bolsa da Aliança Francesa e bien sur, je vais parler français.
J´aime de preguiça e de calor.
Ja é madrugada
acorda acord´accor d´accord...
Mas como nao sou uma X-Man com super poderes idiomaticos, tive que desistir do espanhol.
Três linguas latinas na mesma boca ainda me causariam muitos constrangimentos.
Como quando, viajando pela Europa, fui pedir um sanduíche e misturei o bocadillo (espanhol) com a baquete (francês) e numa lanchonete italiana, pedi ao garçom:
- Ragazzo, per favore, io voglio um...
Bem... Mas vexames à parte, levarei das aulas de espanhol este maravilhoso conto do Gabriel Garcia Marquez.
Os que nao falam espanhol, nao desanimem. Eu estava so no primeiro semestre e entendi direitinho.
La luz es como el agua
En Navidad los ninos volvieron a pedir un bote de remos.
-De acuerdo -dijo el papa, lo compraremos cuando volvamos a Cartagena.
Toto, de nueve anos, y Joel, de siete, estaban mas decididos de lo que sus padres creian.
-No -dijeron a coro-. Nos hace falta ahora y aqui.
-Para empezar -dijo la madre-, aqui no hay mas aguas navegables que la que sale de la ducha.
Tanto ella como el esposo tenian razon. En la casa de Cartagena de Indias habia un patio con un muelle sobre la bahia, y un refugio para dos yates grandes. En cambio aqui en Madrid vivian apretados en el piso quinto del numero 47 del Paseo de la Castellana. Pero al final ni él ni ella pudieron negarse, porque les habian prometido un bote de remos con su sextante y su brujula si se ganaban el laurel del tercer ano de primaria, y se lo habian ganado. Asi que el papa compro todo sin decirle nada a su esposa, que era la mas reacia a pagar deudas de juego. Era un precioso bote de aluminio con un hilo dorado en la linea de flotacion.
-El bote esta en el garaje -revelo el papa en el almuerzo-. El problema es que no hay como subirlo ni por el ascensor ni por la escalera, y en el garaje no hay mas espacio disponible.
Sin embargo, la tarde del sabado siguiente los ninos invitaron a sus condiscipulos para subir el bote por las escaleras, y lograron llevarlo hasta el cuarto de servicio.
-Felicitaciones -les dijo el papa ?ahora qué?
-Ahora nada -dijeron los ninos-. Lo unico que queriamos era tener el bote en el cuarto, y ya esta.
La noche del miércoles, como todos los miércoles, los padres se fueron al cine. Los ninos, duenos y senores de la casa, cerraron puertas y ventanas, y rompieron la bombilla encendida de una lampara de la sala. Un chorro de luz dorada y fresca como el agua empezo a salir de la bombilla rota, y lo dejaron correr hasta que el nivel llego a cuatro palmos. Entonces cortaron la corriente, sacaron el bote, y navegaron a placer por entre las islas de la casa.
Esta aventura fabulosa fue el resultado de una ligereza mia cuando participaba en un seminario sobre la poesia de los utensilios domésticos. Toto me pregunto como era que la luz se encendia con solo apretar un boton, y yo no tuve el valor de pensarlo dos veces.
-La luz es como el agua -le contesté: uno abre el grifo, y sale.
De modo que siguieron navegando los miércoles en la noche, aprendiendo el manejo del sextante y la brujula, hasta que los padres regresaban del cine y los encontraban dormidos como angeles de tierra firme. Meses después, ansiosos de ir mas lejos, pidieron un equipo de pesca submarina. Con todo: mascaras, aletas, tanques y escopetas de aire comprimido.
-Esta mal que tengan en el cuarto de servicio un bote de remos que no les sirve para nada -dijo el padre-. Pero esta peor que quieran tener ademas equipos de buceo.
-?Y si nos ganamos la gardenia de oro del primer semestre? -dijo Joel.
-No -dijo la madre, asustada-. Ya no mas.
El padre le reprocho su intransigencia.
-Es que estos ninos no se ganan ni un clavo por cumplir con su deber -dijo ella-, pero por un capricho son capaces de ganarse hasta la silla del maestro.
Los padres no dijeron al fin ni que si ni que no. Pero Toto y Joel, que habian sido los ultimos en los dos anos anteriores, se ganaron en julio las dos gardenias de oro y el reconocimiento publico del rector. Esa misma tarde, sin que hubieran vuelto a pedirlos, encontraron en el dormitorio los equipos de buzos en su empaque original. De modo que el miércoles siguiente, mientras los padres veian El ultimo tango en Paris, llenaron el apartamento hasta la altura de dos brazas, bucearon como tiburones mansos por debajo de los muebles y las camas, y rescataron del fondo de la luz las cosas que durante anos se habian perdido en la oscuridad.
En la premiacion final los hermanos fueron aclamados como ejemplo para la escuela, y les dieron diplomas de excelencia. Esta vez no tuvieron que pedir nada, porque los padres les preguntaron qué querian. Ellos fueron tan razonables, que solo quisieron una fiesta en casa para agasajar a los companeros de curso.
El papa, a solas con su mujer, estaba radiante.
-Es una prueba de madurez -dijo.
-Dios te oiga -dijo la madre.
El miércoles siguiente, mientras los padres veian La Batalla de Argel , la gente que paso por la Castellana vio una cascada de luz que caia de un viejo edificio escondido entre los arboles. Salia por los balcones, se derramaba a raudales por la fachada, y se encauzo por la gran avenida en un torrente dorado que ilumino la ciudad hasta el Guadarrama.
Llamados de urgencia, los bomberos forzaron la puerta del quinto piso, y encontraron la casa rebosada de luz hasta el techo. El sofa y los sillones forrados en piel de leopardo flotaban en la sala a distintos niveles, entre las botellas del bar y el piano de cola y su manton de Manila que aleteaba a media agua como una mantarraya de oro. Los utensilios domésticos, en la plenitud de su poesia, volaban con sus propias alas por el cielo de la cocina. Los instrumentos de la banda de guerra, que los ninos usaban para bailar, flotaban al garete entre los peces de colores liberados de la pecera de mama, que eran los unicos que flotaban vivos y felices en la vasta ciénaga iluminada. En el cuarto de bano flotaban los cepillos de dientes de todos, los preservativos de papa, los pomos de cremas y la dentadura de repuesto de mama, y el televisor de la alcoba principal flotaba de costado, todavia encendido en el ultimo episodio de la pelicula de media noche prohibida para ninos.
Al final del corredor, flotando entre dos aguas, Toto estaba sentado en la popa del bote, aferrado a los remos y con la mascara puesta, buscando el faro del puerto hasta donde le alcanzo el aire de los tanques, y Joel flotaba en la proa buscando todavia la altura de la estrella polar con el sextante, y flotaban por toda la casa sus treinta y siete companeros de clase, eternizados en el instante de hacer pipi en la maceta de geranios, de cantar el himno de la escuela con la letra cambiada por versos de burla contra el rector, de beberse a escondidas un vaso de brandy de la botella de papa. Pues habian abierto tantas luces al mismo tiempo que la casa se habia rebosado, y todo el cuarto ano elemental de la escuela de San Julian el Hospitalario se habia ahogado en el piso quinto del numero 47 del Paseo de la Castellana. En Madrid de Espana, una ciudad remota de veranos ardientes y vientos helados, sin mar ni rio, y cuyos aborigenes de tierra firme nunca fueron maestros en la ciencia de navegar en la luz.
E eis que, morta a esperança, me telefona a Heide para dizer que eu ganhei a bolsa da Aliança Francesa e bien sur, je vais parler français.
J´aime de preguiça e de calor.
Ja é madrugada
acorda acord´accor d´accord...
Mas como nao sou uma X-Man com super poderes idiomaticos, tive que desistir do espanhol.
Três linguas latinas na mesma boca ainda me causariam muitos constrangimentos.
Como quando, viajando pela Europa, fui pedir um sanduíche e misturei o bocadillo (espanhol) com a baquete (francês) e numa lanchonete italiana, pedi ao garçom:
- Ragazzo, per favore, io voglio um...
Bem... Mas vexames à parte, levarei das aulas de espanhol este maravilhoso conto do Gabriel Garcia Marquez.
Os que nao falam espanhol, nao desanimem. Eu estava so no primeiro semestre e entendi direitinho.
En Navidad los ninos volvieron a pedir un bote de remos.
-De acuerdo -dijo el papa, lo compraremos cuando volvamos a Cartagena.
Toto, de nueve anos, y Joel, de siete, estaban mas decididos de lo que sus padres creian.
-No -dijeron a coro-. Nos hace falta ahora y aqui.
-Para empezar -dijo la madre-, aqui no hay mas aguas navegables que la que sale de la ducha.
Tanto ella como el esposo tenian razon. En la casa de Cartagena de Indias habia un patio con un muelle sobre la bahia, y un refugio para dos yates grandes. En cambio aqui en Madrid vivian apretados en el piso quinto del numero 47 del Paseo de la Castellana. Pero al final ni él ni ella pudieron negarse, porque les habian prometido un bote de remos con su sextante y su brujula si se ganaban el laurel del tercer ano de primaria, y se lo habian ganado. Asi que el papa compro todo sin decirle nada a su esposa, que era la mas reacia a pagar deudas de juego. Era un precioso bote de aluminio con un hilo dorado en la linea de flotacion.
-El bote esta en el garaje -revelo el papa en el almuerzo-. El problema es que no hay como subirlo ni por el ascensor ni por la escalera, y en el garaje no hay mas espacio disponible.
Sin embargo, la tarde del sabado siguiente los ninos invitaron a sus condiscipulos para subir el bote por las escaleras, y lograron llevarlo hasta el cuarto de servicio.
-Felicitaciones -les dijo el papa ?ahora qué?
-Ahora nada -dijeron los ninos-. Lo unico que queriamos era tener el bote en el cuarto, y ya esta.
La noche del miércoles, como todos los miércoles, los padres se fueron al cine. Los ninos, duenos y senores de la casa, cerraron puertas y ventanas, y rompieron la bombilla encendida de una lampara de la sala. Un chorro de luz dorada y fresca como el agua empezo a salir de la bombilla rota, y lo dejaron correr hasta que el nivel llego a cuatro palmos. Entonces cortaron la corriente, sacaron el bote, y navegaron a placer por entre las islas de la casa.
Esta aventura fabulosa fue el resultado de una ligereza mia cuando participaba en un seminario sobre la poesia de los utensilios domésticos. Toto me pregunto como era que la luz se encendia con solo apretar un boton, y yo no tuve el valor de pensarlo dos veces.
-La luz es como el agua -le contesté: uno abre el grifo, y sale.
De modo que siguieron navegando los miércoles en la noche, aprendiendo el manejo del sextante y la brujula, hasta que los padres regresaban del cine y los encontraban dormidos como angeles de tierra firme. Meses después, ansiosos de ir mas lejos, pidieron un equipo de pesca submarina. Con todo: mascaras, aletas, tanques y escopetas de aire comprimido.
-Esta mal que tengan en el cuarto de servicio un bote de remos que no les sirve para nada -dijo el padre-. Pero esta peor que quieran tener ademas equipos de buceo.
-?Y si nos ganamos la gardenia de oro del primer semestre? -dijo Joel.
-No -dijo la madre, asustada-. Ya no mas.
El padre le reprocho su intransigencia.
-Es que estos ninos no se ganan ni un clavo por cumplir con su deber -dijo ella-, pero por un capricho son capaces de ganarse hasta la silla del maestro.
Los padres no dijeron al fin ni que si ni que no. Pero Toto y Joel, que habian sido los ultimos en los dos anos anteriores, se ganaron en julio las dos gardenias de oro y el reconocimiento publico del rector. Esa misma tarde, sin que hubieran vuelto a pedirlos, encontraron en el dormitorio los equipos de buzos en su empaque original. De modo que el miércoles siguiente, mientras los padres veian El ultimo tango en Paris, llenaron el apartamento hasta la altura de dos brazas, bucearon como tiburones mansos por debajo de los muebles y las camas, y rescataron del fondo de la luz las cosas que durante anos se habian perdido en la oscuridad.
En la premiacion final los hermanos fueron aclamados como ejemplo para la escuela, y les dieron diplomas de excelencia. Esta vez no tuvieron que pedir nada, porque los padres les preguntaron qué querian. Ellos fueron tan razonables, que solo quisieron una fiesta en casa para agasajar a los companeros de curso.
El papa, a solas con su mujer, estaba radiante.
-Es una prueba de madurez -dijo.
-Dios te oiga -dijo la madre.
El miércoles siguiente, mientras los padres veian La Batalla de Argel , la gente que paso por la Castellana vio una cascada de luz que caia de un viejo edificio escondido entre los arboles. Salia por los balcones, se derramaba a raudales por la fachada, y se encauzo por la gran avenida en un torrente dorado que ilumino la ciudad hasta el Guadarrama.
Llamados de urgencia, los bomberos forzaron la puerta del quinto piso, y encontraron la casa rebosada de luz hasta el techo. El sofa y los sillones forrados en piel de leopardo flotaban en la sala a distintos niveles, entre las botellas del bar y el piano de cola y su manton de Manila que aleteaba a media agua como una mantarraya de oro. Los utensilios domésticos, en la plenitud de su poesia, volaban con sus propias alas por el cielo de la cocina. Los instrumentos de la banda de guerra, que los ninos usaban para bailar, flotaban al garete entre los peces de colores liberados de la pecera de mama, que eran los unicos que flotaban vivos y felices en la vasta ciénaga iluminada. En el cuarto de bano flotaban los cepillos de dientes de todos, los preservativos de papa, los pomos de cremas y la dentadura de repuesto de mama, y el televisor de la alcoba principal flotaba de costado, todavia encendido en el ultimo episodio de la pelicula de media noche prohibida para ninos.
Al final del corredor, flotando entre dos aguas, Toto estaba sentado en la popa del bote, aferrado a los remos y con la mascara puesta, buscando el faro del puerto hasta donde le alcanzo el aire de los tanques, y Joel flotaba en la proa buscando todavia la altura de la estrella polar con el sextante, y flotaban por toda la casa sus treinta y siete companeros de clase, eternizados en el instante de hacer pipi en la maceta de geranios, de cantar el himno de la escuela con la letra cambiada por versos de burla contra el rector, de beberse a escondidas un vaso de brandy de la botella de papa. Pues habian abierto tantas luces al mismo tiempo que la casa se habia rebosado, y todo el cuarto ano elemental de la escuela de San Julian el Hospitalario se habia ahogado en el piso quinto del numero 47 del Paseo de la Castellana. En Madrid de Espana, una ciudad remota de veranos ardientes y vientos helados, sin mar ni rio, y cuyos aborigenes de tierra firme nunca fueron maestros en la ciencia de navegar en la luz.